Este dolor es asunto mío
Qué le vamos a hacer, la gente cambia, pero duele. Me duele ver gente a los que admiré convertidos en una sombra de lo que fueron , o de lo que yo creía que eran. La duda se mete entre cada pensamiento, entre cada afecto. Me pasó cuando via un brillante abogado de derechos humanos defendiendo a un mafioso que todo el mundo sabía que era culpable. Y argumentó brillantemente, valientemente frente a las cámaras de televisión, frente al micrófono del mismísimo Pablo Honorato, que en su interior debió haber sentido sonar la marcha triunfal. Él era un buen abogado, durante años trabajó pagado apenas y ahora aprovechaba su fama y ganaba dinero legítimamente. Pero él era un súper héroe, un valiente que se la jugó en los años duros y su cuerpo era seguido de una estela brillante. Nunca terminamos de conocer a las personas. Un ser humano es lo que queda de él después de haberse sacado el Kino. Me asusta ir por el mundo conociendo solo la carátula de la gente. Tener que preguntarse a cada rato que tendrá este en el centro de su alma. Hace poco tiré mis C.D. de los Inti Illimani. Ya no es buena música, me ensucian el alma y los oídos. Escucho notas de canciones que fueron bellas y pasan por mí sus declaraciones como lo más selecto de la brutalidad humana, me siento pequeño, estafado. Y yo creí en la nobleza de su música, estaban en la banda sonora de mi historia y ya no. Ellos hablaban entre canción y canción y yo aprendía. Ahora se sacan los ojos. No se respetan ellos ni su historia ni mi recuerdo. Antes había canciones que me conectaban con un mundo posible. Hoy parece que lo único posible es pelearse por unos dólares más. Al fin solo fui un tipo que fue a la tienda y compró sus discos porque nunca los quise copiar. Ellos eran trabajadores de la cultura y no se les podía escamotear el pago. Leo otra entrevista y luego la respuesta y nadie viene de vuelta y siguen dánsose y acusándose y ruedan por el suelo y se embarran y me embarran. Los hombres somos como témpanos, dice el viejo Coloane en en algún lughar de su obra, la vida nos va dando vueltas y a veces nos hace cambiar. También pienso en Rosa Bety Muñoz cuando desesperada interrogaba a Rimbau preguntándole que había pasado, qué vio que visión tuvo que lo llevó a convertirse en un mercader de esclavos. Algo que el entendimiento de ninguno de nosotros logra vislumbrar debió haber pasado porque el hombre, definitivamente , no puede ser tan poca cosa.
3 comentarios:
GRANDE TAMAYO!!!
LE QUERIMOS TIO!
chupamedias...
pero cierto jeje
Bueno Luchin...
Lavoisier lo dijo, no yo, de hecho ni siquiera estoy segura de que el haya sido el primero en decirlo, pero la cosa es:
"Nada crea, nada se pierde"
Pero que sea un axioma científico no quiere decir que todos seamos iguales.
Daniela A.
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